martes, 8 de marzo de 2011

y nunca les abrió su corazón

Huía de cualquier resquicio de responsabilidad. Los demás aparentemente, admiraban su actitud despreocupada, pero quizás, cuando cogía el bolso y dejaba el pasillo para irse a casa, una lluvia de criticas caía sobre su cabeza, nunca lo supo. Entonces, a escondidas del mundo tecleaba un numero que casi tenía grabado a fuego en la mente y fumaba, fumaba algo que la elevara, o que la hiciese contraer el estómago, dependía de la ocasión. Y después se fumaba un cigarro ella sola, en la acera, pensando, porque aunque los demás no se lo imaginaron nunca, era analítica a rabiar. Odiaba y amaba la soledad, vacua de palabras vanas, palabras cuya ausencia, a veces, taladraba su moral de tal manera que derrumbaba su frágil estado anímico. En esos momentos, le gustaba sentarse en un banco con el primer sol de febrero a escuchar cualquier canción y a pensar en el pasado. "El pasado me ha hecho estar donde estoy", entonces recordaba una serie de nombres, de siluetas, de sombras, de trazos negros que esbozaban una lágrima o dos, que nunca se secaron con ningún tipo de calor de los que aplicó, sin cesar, para llenar su alma

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